Esta reflexión parte de un experimento mental que preparé en 2007 y que aparqué durante años por pensar que era una pavada. Lo retomé años más tarde cuando ví que tenía más enjundia de la que aparentaba.
Se trata de lo siguiente:


Supongamos que tenemos unos relojes tan precisos que, además de las horas, minutos y segundos, marcan una precisión de nanosegundos (la mil millonésima parte de un segundo). Se sincronizan los relojes con total precisión y los entregamos a cada uno de tres amables voluntarios. Por otro lado contamos con una cámara digital que lleva a su vez incorporado un reloj con la misma tecnología de los anteriores, misma precisión e igualmente sincronizado con ellos. La cámara está programada para impresionar su hora a pie de foto.
Colocamos ahora a los voluntarios, mostrando el reloj a la cámara y situados a diferentes distancias, por ejemplo, el primero a 20 metros de la cámara, el segundo a 30 metros y el tercero a 40 metros. Ponemos la cámara en un trípode y la programamos para que dispare la foto exactamente a las diez de la mañana. Y ... Click!
Click! ... y veamos la foto.
En primer lugar podemos ver, aparte del paisaje y de los voluntarios, la información de 4 relojes: el de la cámara - a pie de foto - y los tres que llevan los voluntarios, pero, ¿que marca cada uno de los relojes? Ninguno de los relojes marca la misma hora. El de la cámara marca las 10:00:00:000000000. En el reloj del primer voluntario, vemos 09:59:59:999999932, en el segundo 09:59:59:999999899 y en el tercero 9:59:59:999999866. Es decir, conforme mayor es la distancia entre la cámara y el paisano, su hora marcará un tiempo "más pasado", o dicho de otra forma, la foto nos está dando en una sola imagen distintos momentos a pesar que nuestra intuición nos dice que la foto representa un único instante. "Instantáneas" solemos llamar a esas fotos.
En realidad el resultado no nos enseña nada nuevo: todos sabemos que cuando miramos una noche estrellada, aunque veamos las estrellas de una vez, en realidad vemos algo multi-temporal donde la información lumínica que nos llega de una estrella proviene de un tiempo pasado distinto a la que nos llega de otra.
Pero lo importante aquí, es comprender que ese fenómeno que ocurre cuando vemos las estrellas (o la luna, que la vemos "en diferido" con 1,7 segundos de retraso, o el sol con ocho minutos de retraso), no es un fenómeno exclusivo a las observaciones astronómicas ni a las largas distancias, sino algo que ocurre en nuestra vida cotidiana, desde la visión (o,mas general, la percepción) de los objetos más cercanos.
Podemos hacer un esfuerzo de imaginación e imaginar que nos encontramos ahora paseando por este camino:

Tampoco aquí estamos viendo un instante preciso del paisaje sino una mezcla de infinitos instantes más o menos pasados: Lo que vemos de los árboles más lejanos es de un tiempo anterior a lo que vemos de los árboles más cercanos. Conforme enfocamos cada vez más cerca, lo que vemos, aunque pasado también, más cercano al presente es.
La explicación también es obvia: cuando vemos un arbol, no lo estamos viendo "en si mismo" sino que estamos interpretando lo que los fotones (la luz) que se reflejaron en él, nos dicen "ahora" en nuestra mente. Pero como la velocidad de la luz no es infinita, los fotones nunca nos pueden contar el "ahora" de las cosas, sino su pasado, más o menos lejano, en proporción a la distancia de donde partieron.
Hasta aquí no he dicho nada que un estudiante de ciencias supiera ya, pero ahora quisiera entrar en las siguientes consideraciones.
Si consideramos la realidad de las cosas como lo que son en contraposición con lo que fueron o lo que serán, tenemos que admitir que la realidad, así concebida, nos es necesariamente inaccesible a nuestros sentidos. El ahora es imposible de percibir. Ni aún tocando el árbol podemos percibir su ahora: el tiempo que pasa entre que tocamos el arbol y que nuestro sistema nervioso forma el sentimiento de su textura, no es nulo. Lo que sentimos al tocarlo, también pertenece al pasado y no al ahora del árbol. Lo mismo podemos decir de cuando pisamos tierra firme y sentimos nuestro peso. En todos los casos estamos recibiendo información en diferido y nunca nuestros sentidos dan cuenta del presente, de la realidad objetiva.
En definitiva, y es al primer punto a donde quiero llegar, nuestra percepción de la realidad no es la de la realidad física presente, sino la percepción del rastro que ha dejado esa realidad en diferentes tiempos todos ellos ya pasados. Por tanto, la realidad "en si misma" es imperceptible porque vive SIEMPRE en el futuro de nuestras percepciones. No hay manera humana de aprehenderla ni ciencia que lo permita.
Por poner un símil, es como si fuésemos en un barco donde sólo nos estuviese permitido ver la estela desde la popa. Todo lo que acontece lo vemos en la estela que se va yendo, pero no podemos ver ni el barco ni a nosotros mismos que vamos en él. Y lo más importante, no tenemos remota idea de cómo es ese barco ni si se parece en algo a la estela que sí vemos. Sabemos, eso si, que la estela y el barco no actúan de forma caprichosa: lo que acontece en el barco siempre se refleja en la estela de unaformacoherente, siguiendo leyes muy precisas. Pero barco y estela ni son la misma cosa ni se parecen en lo más romoto,

Pero el tiempo, el espacio, junto con todas las demás percepciones están en la estela y todas las cuentas que echamos son con respecto a ella, nunca con respecto a la realidad subyacente, digamos, objetiva que es invisible de necesidad a nuestros sentidos.
Porque, claro, si la realidad perceptiva vive en el pasado de la realidad física objetiva, también podemos decir, que ya hemos dicho, que en relación con nuestra realidad perceptiva (tomada como presente), la realidad objetiva vive en su futuro. En el caso de los arboles, podemos ver el árbol que fue, pero el árbol que es en ese momento que lo miramos, está en el futuro de nuestra percepción-
Esto explica, como alguno podrá haber adivinado, que la mecánica cuántica en su empeño de aprehender la realidad objetiva, se tropiece con funciones probabilistas (apropiadas para el futuro) que dejan de serlo en el momento del colapso, es decir precisamente en el momento donde la realidad objetiva deja de serlo para formar parte de la realidad perceptiva por cuanto ya queda registrada en el aparato de medición, dejando el rastro de lo ya pasado.
A mi entender todos los misterios de la cuántica se derivan de uno sólo: la dualidad onda - partícula. Pero si nos paramos a ver esa dualidad en el escenario que acabamos de presentar, se misterio en gran medida se desvanece. Veamos haciendo un resumen:
Por un lado tenemos una realidad objetiva, que subyace a cualquier observador, pero que ningún observador puede alcanzar con la percepción porque siempre "llega tarde". Por otro lado tenemos la realidad perceptiva, que vemos, sentimos y medimos, que es el reflejo "a toro pasado" de los aconteceres de la realidad objetiva.
Pues bien, tal como lo veo, la realidad objetiva (inaccesible con nuestros sentidos) es la que representamos con la función de onda de probabilidades, y es la única manera de "verla". Pero cuando esa "onda" se ve forzada a entrar en la realidad perceptiva, es decir, a dejar rastro en la estela de la historia, es cuando de produce el colapso de la función de onda, y de ese modo, a nuestros sentidos se ha "convertido" en partícula. Todo lo que nuestra percepción ve, proviene de los colapsos, nunca del estado inter-colapsos en que consiste la realidad objetiva y que sólo podemos "ver" a través de artefactos matemáticos probabilistas.
De esta manera, no es, como dicen algunos, que la realidad se va conformando con la observación de ella, sino que, al contrario, nuestra capacidad de observación está limitada exclusivamente a los momentos en que la realidad objetiva "se decanta" y colapsa para producir algún cambio en la naturaleza. En ese momento la onda que fue queda registrada en la historia (en la estela) como partícula.
De esta manera, no es, como dicen algunos, que la realidad se va conformando con la observación de ella, sino que, al contrario, nuestra capacidad de observación está limitada exclusivamente a los momentos en que la realidad objetiva "se decanta" y colapsa para producir algún cambio en la naturaleza. En ese momento la onda que fue queda registrada en la historia (en la estela) como partícula.